Quién es Florence Pugh, la actriz británica a la que no le importan los estándares de belleza de Hollywood


Florence Pugh no se parece a nadie más en Hollywood. Ni en su forma de actuar ni en su manera de hablar ni en la libertad con la que enfrenta un sistema que suele premiar la perfección por encima del talento. A los 29 años, la actriz británica es una de las figuras más admiradas de su generación y una voz que desafía los estándares de belleza y conducta que todavía dominan la industria.

No teme mostrarse al natural, hablar de lo que la incomoda ni desarmar con humor los comentarios sobre su cuerpo. “No quiero encajar en estereotipos creados por otros”, dijo en una entrevista con The Times, sin saber que esto la convertiría en la referente indiscutida de cientos de chicas de todo el mundo.

Florence nació en Oxford en 1996 y creció en una familia de artistas. Su madre era bailarina y su padre, chef y restaurador. Durante un tiempo vivió en España, donde desarrolló el acento peculiar que más tarde la haría destacar en los castings. Debutó en el cine con apenas 18 años en The Falling (2014), junto a Maisie Williams, y de inmediato llamó la atención de la crítica por su intensidad y su mirada hipnótica.

Pero el verdadero punto de inflexión llegó en 2019, cuando protagonizó Midsommar: el terror no espera la noche la perturbadora película de Ari Aster. Su interpretación de Dani, una joven en duelo que se ve envuelta en un ritual pagano, le valió reconocimiento internacional y la consolidó como una actriz dispuesta a asumir riesgo.

Ese mismo año interpretó a Amy March en Mujercitas, la versión de Greta Gerwig del clásico literario que le dio a la actriz su primera nominación al Oscar. Desde entonces, su nombre se asocia con proyectos de calidad, como La chica del tambor, No te preocupes cariño, Duna: parte dos y Oppenheimer, de Christopher Nolan, donde compartió pantalla con Cillian Murphy.

A diferencia de muchas de sus colegas, Pugh se ha mantenido fiel a una idea: elegir papeles que la desafíen y no encajar en un molde. “Recuerdo mirar esta industria y sentir que no estaba representada. Lo único de lo que la gente quería hablar era de tonterías sobre cómo se veían las actrices”, dijo en una entrevista con ABC Audio. Y justamente esa distancia entre lo que Hollywood espera y lo que ella ofrece se convirtió en su marca personal.

Pugh no solo cuestiona los cánones de belleza; los enfrenta con hechos. En 2023, cuando apareció en un desfile de Valentino con un vestido transparente que dejaba ver su pecho, las redes se llenaron de comentarios misóginos. Su respuesta fue contundente: “¿Por qué les da tanto miedo mi cuerpo?”, escribió en Instagram. “Estoy muy feliz con cada centímetro de mí misma. Mucho tiempo antes de aprender a amar lo que veo en el espejo, decidí no odiarlo”, añadió. La anécdota la transformó en un símbolo de libertad corporal y autenticidad, dos valores que defiende cada vez que puede.

Y es que, para Florence, cuidarse no tiene que ver con dietas o cirugías, sino con sentirse cómoda en su piel. Por ello, nunca tiene miedo de mostrarse en las redes sociales, alfombras rojas y en películas tal como es. Todo esto incluso en plena caída del movimiento body positive y auge de la extrema delgadez en Hollywood, un fenómeno que renació justo cuando parecía haber quedado atrás.

Para uno de sus últimos papeles, en la película El tiempo que tenemos, Pugh decidió afeitarse la cabeza, un gesto poco común entre las estrellas jóvenes. “Fue una manera de quitar la vanidad de la ecuación”, explicó a The Times. Ese tipo de decisiones, simples pero poderosas, confirman que a la actriz lo que le importa no es la aprobación del público, sino la verdad detrás de cada personaje.

Su estilo fuera de la pantalla también refleja esa independencia. En las alfombras rojas alterna vestidos de alta costura con looks sin maquillaje y peinados improvisados. En lugar de seguir las tendencias, las redefine a su manera.

A nivel artístico, Florence Pugh se ha convertido en un puente entre dos generaciones: la de las actrices que tuvieron que ocultarse para encajar y la de las que hoy pueden mostrarse tal cual son.

En tiempos donde Hollywood parece volver a medir a las mujeres por su peso, su talla o su edad, Pugh ofrece una alternativa: la del talento sin disfraces. No pretende ser un modelo de nada, pero su sola presencia ya es una declaración. Su carrera se sostiene en un principio simple y valiente: no hay belleza más poderosa que la de ser uno mismo.

Fuente: www.clarin.com

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